La Fraternidad

Asediadas desde Wáshington por sendos impuestos que el IRS insiste en cobrar, las acciones de Ron Caribe de don Roberto González, que fueran dejadas en herencia a sus hijos, se enfrentan a cuatro tambores de guerra. El primero es el de una hija que botó una fortuna en andanzas suntuosas con un amante turco de quien se enamoró hasta la locura, y que ahora sus hermanos pretenden restarle. El segundo viene por vía de que los herederos hayan enviado a su abogado a Cuba—en medio del embargo— para procurar la evidencia de que las acciones correspondientes a la planta original de Ron Caribe que fuera confiscada por el régimen de Fidel Castro eran privativas de su Papá y no gananciales como reclama la viuda—quien es a la vez madre y madrastra de los concernidos. Como si faltara algo, el tercero es una amante que permanece en el misterio pero que con toda probabilidad demandará. El cuarto lo configura el IRS, que metió preso a Al Capone, como le advirtieran directamente a uno de los herederos.